Vergüenza


Podéis llamarme ingenuo.

Hasta ahora pensaba que la diferencia ultima entre una dictadura y una democracia era la arbitrariedad o mas bien la falta de ella. En una dictadura todo depende de la voluntad del sátrapa de turno, y esta anomalía va corriendo el escalafón y se propaga hasta la última persona del mismo. De hay los porteros con sus trajes que parecen almirantes llenos de entorchados, jarreteras, bocamangas y chorreras que te impiden el paso con su simple mirada.

De verdad, lo juro, yo pensé que en la democracia la arbitrariedad estaba excluida por definición, que no era posible, que en una democracia como la española que ahora corre a celebrar los 30 años de su carta magna, de la que todos deberíamos sentirnos orgullosos, la resolución de un acto administrativo no estaba sujeto a la voluntad individual de una persona, sino al simple cumplimiento de los requisitos solicitados. Yo pensaba que si la administración te solicita que cumplas unos requisitos para resolver afirmativamente cualquier trato con ella, y tú los cumples, no había forma en que la resolución fuese negativa.

Pues aquí delante de todo el mundo debo admitir que no, debo admitir que por lo menos en la democracia española, aunque tú presentes todos los papeles que te solicitan, cumplas todos los trámites, te humilles como ellos exigen, al final todo depende de un personajillo que basado en su anonimato, en su falta de humanidad y en su arbitrariedad y consciente de que de esta forma agrada a sus superiores simplemente decreta que no, que el esta por encima de la leyes, de hecho la única ley que sirve, que existe, que se aplica es la suya que, para eso tiene el poder.

Como decía podéis llamarme ingenuo, pero hoy solo siento vergüenza.

P.D Esta entrada hoy se hubiese llamado Role Play pero, no pudo ser

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