VISITA




Ayer por la tarde vino R. a casa, como siempre es un placer su visita, y aunque nos vemos poco, mantenemos una sólida y profunda amistad a pesar o quizás debido a, nuestras diferencias en multitud de campos.

Estuvimos un rato charlando en casa, mientras nos poníamos al día con respecto al trabajo, la familia, los planes para estas fiestas y luego nos fuimos los tres a nuestro bar de siempre, al bar que generalmente acoge nuestras tonterías y nuestros dislates cuando nos ponemos filosóficos, y así entre humo, ruidos, cervezas-pocas- vamos desgranando nuestro peculiar sentido de la vida.

Como siempre o casi siempre, partimos de puntos de vista distintos, pero compartimos una base común e irrenunciable, el respeto profundo por la opinión del otro, por la libertad de cada una de las personas de este mundo para ser y creer en lo que a cada uno le de la gana, siempre y cuando tus libertades y creencias, no me obliguen a cercenar mi libertad, o a abdicar de mis creencias.

Esto, que para mi debería ser lo natural y lógico no parece corresponder con la tónica general los tiempos, donde prima el exabrupto, el grito mas que la reflexión, el hablar antes de pensar lo dicho, la descalificación del otro, la amenaza continua, los discursos mesiánicos, o la verdad revelada y por ello inamovible.

Quizás sea verdad lo que dicen por ahí. Que todo esto es debido a que hemos perdido de vistas los valores tradicionales que guiaron a nuestros antepasados y que debemos volver a ello. Yo en parte estoy de acuerdo con ellos, debemos volver a las tradiciones, pero iría más lejos, hasta el punto donde convivían varias religiones y varias escuelas filosóficas en igualdad de condiciones, donde nadie se creía en poder de la verdad absoluta y ninguna idea se encontraba respaldada por el poder del estado, solo por el de la palabra, y desde ahí comenzaría de nuevo. A ver que sale.

Y R. es un orgullo tener amigos como tu.

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