CONFIANZA

Como se dice en un famosa pieza de zarzuela, “hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad” refiriéndose a como en el momento en que se escribió la canción, el mundo vivía una eclosión de adelantos científicos sin parangón. Electricidad, automóviles, telégrafos y teléfonos, fonógrafos y otro montón de descubrimientos e inventos, cambiaron la vida de nuestros abuelos y por consiguiente la nuestra de una forma como nunca había sucedido quizás desde el descubrimiento del fuego.

Pero el cambio, no solo se limitó al ambiente científico y cultural, también fue un tiempo donde los rígidos e hipócritas estándares morales y sociales vigentes hasta entonces, empezaron a desmoronarse y así se empezaron a ver por ejemplo a mujeres con faldas por encima de los tobillos, lo que produjo una conmoción moral que ahora nos parecería risible pero que provocó sin embargo la satisfacción de los voyeurs de la época.

Y esos cambios solo fueron el principio, y cada vez los tiempos adelantan a mayor velocidad.

Antes de proseguir me gustará recordar que desde el segundo gobierno de Aznar existe en España la ley de autonomía medica personal, donde se regula la edad mínima en que las personas están capacitadas para decidir por si mismas en asuntos médicos. Según esta ley para asuntos médicos la edad legal son los 13 años. Así con esa edad un niño esta capacitado para decidir por si mismo si desea seguir o no con un tratamiento por ejemplo de quimioterapia, si dona o no algún órgano de su cuerpo o si desea operarse o no de, digamos apendicitis. Esto es así para todos los casos médicos salvo para uno muy concreto donde los padres de la patria decidieron que la edad mínima fuese 18 años.

En estos días se ha decidido bajar justo en ese caso concreto la edad de 18 años a 16 y creo que no debo decir nada sobre el jaleo que se ha armado. No voy a entrar aquí a las valoraciones morales, ni si es pecado o no. Solo las mujeres que han abortado saben lo difícil, doloroso y traumático que es un aborto y solo los hombres de estas mujeres saben de la soledad de su compañera y del cariño y la comprensión que necesitan estas mujeres en las fechas posteriores a la intervención.

Creo que la discusión esta fuera de foco, ya que el motivo principal de la misma es si es posible que las niñas aborten sin permiso paterno o no. Con lo cual la opinión de los padres prevalecería sobre la de la niña. A mi me surge una cuestión en este caso y es, si la niña no quisiera abortar y los padres de la cría, por los motivos que fuesen si lo desasean ¿Qué prevalecería?. Pero como digo creo que la discusión es equivocada, que alguien ha señalado la luna y nosotros nos hemos quedado mirando el dedo, por que para mi el verdadero motivo de preocupación no es si una niña aborta o no. Para mi la verdadera tragedia es la posibilidad de que una niña no tenga la confianza necesaria para hablar con sus padres de este tema con tranquilidad y confianza.

A mi me gusta pensar que si tuviéramos una hija, la educaríamos de tal forma, que si se diera el caso, ella no tuviese ningún reparo en pedirnos consejo, en pedirnos nuestra opinión de una forma libre y responsable, sabiendo que tome la decisión que tome estaríamos siempre a su lado. Sin miedo a posibles castigos, represalias, broncas o a perder el cariño de sus padres. Creo que lo que esta ley ha sacado a la luz es el miedo de los padres. Miedo a la educación que han dado a sus hijos, a descubrir que sus hijos, hijas en este caso no tienen la confianza y libertad suficiente para hablar con ellos, que pese a lo que creían la educación que han transmitido en la mayoría de los casos esta basada en el miedo y en el castigo, en descubrir que sus hijas no les consideran, ni sus amigos ni las personas con la que decidirían una de los momentos mas importantes de su vida.