DON

Llego a casa de mis padres, hace la friolera de 18 años. En principio era un regalo para mi hermana por su cumpleaños, pero al final se quedo con mis padres.

De pequeño era una bolita de pelo marrón y blanco que entraba perfectamente en los bolsillos de mi chándal. Con el tiempo fue creciendo, aunque nunca cambio su personalidad tímida y huidiza al contrario de todos los demás congéneres de raza. Supuestamente era un gato con pedigrí pero estaba claro que alguna de sus ascendentes había tenido un desliz, ya que aunque tenía casi todos los atributos de su raza, no era puro, cosas que a nosotros nos encantaba.

Siempre fue cariñoso hasta el extremo, nunca he visto un gato al que le gustase más que le cogiesen en brazos y le paseasen, poco a poco se adueño de la voluntad de mis padres y estos hacían todo lo que el gato pedía. Que si comida especial, que si acuéstate conmigo, que si el dueño de la cama soy yo, y a vosotros solo os dejo que compartáis una esquina.

Realmente cuando disfrutaba, es cuando estaba en la sierra, paseando por el jardín del que era dueño y señor, aunque nunca fuese un gran cazador, realmente nunca en su vida cazo nada, disfrutaba persiguiendo lagartijas, vigilando el escondrijo del bicho durante horas, mientras no dejaba de mover su rabo revirado. Luego cansado, de esperar y mientras la lagartija hacia horas que se había escapado por otra rendija, se tumbaba al sol, y se quejaba si por un casual pasabas por delante suyo y le nublabas momentáneamente su ración de sol.

Poco a poco su vitalidad se fue reduciendo, últimamente sus paseos se limitaban a darse una vuelta por el jardín, contemplando sus posesiones, ya no marcaba los pinos con sus garras, ni se subía a los árboles, tampoco se distraía con las huellas y rastros que dejaban otros gatos, aunque nunca dejaba de comerse el césped y otras hierbas para purgarse.

Esta navidad, el gato dejo de comer, enflaqueció y la veterinario no nos dio esperanzas. Un día dejo de poder andar, arrastraba sus atas traseras y se había convertido en n saco de huesos. El día 27 de diciembre tomamos una decisión triste y dolorosa, mi padre y yo le llevamos al veterinario a que le pusiesen su última inyección, fue un viaje silencioso y triste aunque el, como siempre maullo, odiaba que le metiesen en su transportín. Le recuerdo tumbado en la camilla de la clínica, sujetándole mientras que la veterinaria le ponía el sedante, paso previo a la inyección fatal. Luego la veterinaria, nos dijo que nos marchásemos y volviésemos al cabo de unos días a por su caja.

Ahora ir a casa de mis padres no es lo mismo, falta el entrar al salón y ver al gato sentado en el sofá, observando quien entra. Falta sentarse a comer y que el gato se siente en tus piernas. Falta oír sus maullidos cuando mi madre limpiaba boquerones y el no recibía su ración correspondiente. Falta el cariño sin condiciones que nos profesaba

Posiblemente mis padres tengan otro gato, estamos pensando en regalarles uno en unos meses, pero Don, que así se llamaba en homenaje a ese otro Don Gato de la tele, siempre serás el primero en nuestros corazones.

Hasta siempre gatillo.

Comentarios

charada2 ha dicho que…
Se me ha puesto la carne de gallina...

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