MUSICALES



Así, como a lo tonto he disfrutado de música en un montón de sitios me gustaría recordar alguno para compartirlo con vosotros

Estamos en el pueblo de Pammukkale, cerca de las afamadas piscinas que las guías turísticas nos muestran una y otra vez, hemos llegado al hotel a la caída de la tarde, nos duchamos y bajamos a cenar. Después de la cena y mientras disfrutamos de una copa, una bailarina empieza a ejecutar la danza del vientre. Acompañamos con palmas, el contoneo de sus caderas y el movimiento de sus pechos. La bailarina va recorriendo las mesas sacando a diversos turistas para que le acompañen en su baile. Los agraciados, un belga, un francés y este su seguro servidor. ¿Qué tenemos en común? Los tres tenemos algo más de peso que el deseable

La chica, nos va marcando el ritmo y quiere que sigamos sus sensuales movimientos. Reconozcámoslo, mis compañeros son unos patosos y no tienen ninguna gracia. Yo gracias al baloncesto y al aeróbic, tengo buena coordinación así que, sacando del fondo de mi alma ese sustrato gitano que todo español tiene, consigo salir airoso del envite cosechando cantidad de aplausos espontáneos de la gente y las risas generalizadas de mis ¿amigos?.


Hemos decidido esa noche ir a un concierto de música, así que conociendo mi afición al jazz decidimos ir al Blue Note Jazz Club, el templo del jazz, un lugar donde han tocado y siguen actuando los mas grandes, desde lejos divisamos las bandeloras que adornan la fachada con el típico logo de la casa.
Nos acercamos a sacar la entrada, primera sorpresa. La entrada cuesta 75 dólares por persona y no da derecho a consumición. Nos miramos y decidimos que tampoco es para tanto que además ya compramos luego los discos en casa.

Pero estamos decididos a oír música, nos dirigimos a un pequeño local que hemos visitado con frecuencia en nuestro viaje a la ciudad de los rascacielos, pero ese día no hay actuación. Andando a lo tonto, a lo tonto acabamos en una calle cercana a Times Square. El local se llama el B.B.King, trs una breve charla decidimos entrar. El local se divide en dos salas, la B.B.King propiamente dicho y esta a la izquierda según entras, y el Lucille, a la derecha. Nos decidimos por el que lleva el nombre de la guitarra, entrada libre, cervezas a 6 dólares y música en vivo protagonizada por espontáneos, amateurs, y grupo en formación. El maestro de ceremonias, en un momento dado da comienzo al espectáculo, la banda que actúa es buena, realmente buena, posteriormente nos enteramos que no eran totalmente amateurs. La gente se va animando, se levantan y se dirigen a la pista, tras un par de cervezas mas, ¡el grifo de cerveza era un saxo!, acabamos bailando nosotros también. Sin duda el mejor momento musical de nuestro periplo por el este norteamericano.

Lima, es diciembre, hemos pasado el día en la playa con los amigos, luego todos juntos nos vamos a dirigir al estadio nacional para ver un concierto de rock, toca el grupo argentino Soda Stereo. Unas tres horas antes nos vamos al estadio, esta a unas 4 cuadras de nuestra casa. Vamos andando, hemos quedado para tomar algo antes del concierto. Llegamos al estadio y han surgido una multitud de puestos que venden, anticuchos – como pinchos morunos pero hechos con corazón de vaca- , rachis - parecidos a los callos a la madrileña- inca kola y picarones, algo así como nuestros pestiños. Elegimos uno de los garitos y nos sentamos en la mesa. No se si es el hambre o que pero esa noche los anticuchos están exquisitos, todos beben inca cola salvo yo que pido cerveza, es conocida mi aversión por ese jarabe que es la bebida nacional peruana.

Ya estamos dentro, quizás haya unas 2000 ó 3000 personas, nos ponemos en el fondo mas alejado del escenario. Empezamos tumbados en la hierba del estadio, mientras los vasos de cerveza y otros productos van circulando de mano en mano. Según se va animando el concierto, nosotros vamos levantándonos y bailando y coreando, ellos, las canciones. Acabamos haciendo una piña y riéndonos como locos, Serian cerca de las tres de la madrugada cuando el concierto acabo, cansados pero aun con el subidón que nos proporciona la música nos dirigimos a casa,

Pero quizás el mejor momento musical de mi vida, no tenga lugar en una gran ciudad.

Estamos en la casita que hemos alquilado en Asshila, hemos invitado en compensación a las atenciones que han tenido con nosotros a Shadeez y a sus sobrinos Anas y Mounssuf . Estamos en el ático, que hemos iluminado con velas y la noche ha caído ya , mientras termínanos el cous-cous que hemos encargado a la mujer de Nadim, nuestro chofer y amigo, y comenzamos a comer como postre uvas de la parra que refresca la terraza, Shadeez comienza a recitar, muy, muy bajito unas canciones. Sin tardar sus sobrinos sacan el derbake y el violín árabe y se unen a la melodía que va entonando su tío. Las canciones se van desgranando lentamente. De pronto unas palmas acompasadas se unen a nosotros. Nos miramos sorprendidos. Miramos a nuestro alrededor y vemos a todos los vecinos de los bloques que nos rodean asomados a la ventana escuchando. Pedimos perdón y comentamos que ya acabamos. Nos dicen que no, que sigamos. Shadeez, comienza de nuevo, tiene una voz profunda, hermosa, muy hermosa, no entendemos sus canciones pero nos llegan bien profundo en nuestros corazones. La gente tararea las canciones o dan palmas acompañando el ritmo. La llamada del almuédano llamando a los fieles para la primera oración del día rompe el embrujo. Son las 5 de la mañana y la noche se ha pasado sin sentirla. Ahora si recogemos y nos vamos todos a dormir

Comentarios

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