SUEÑO

Ayer tuve un sueño. No, no vayáis a pensar que soy como el doctor King. No suelo soñar con la fraternidad universal, ni con que desaparecen las injusticias y el dolor de este mundo, no, mis sueños son algo más prosaicos. Haciendo bueno ese dicho que todo el mundo asciende hasta alcanzar su máximo nivel de incompetencia, soñaba que me nombraban ministro.¿Quien Zapatero o Rajoy? Os peguntareis. La verdad no lo se aunque claro viendo que me nombra ministro, lo mas seguro es que fuera Mortadelo. O, quizás os preguntéis por mi meritos para ser ministro pero,¿desde cuando un ministro debe saber sobre la temática de su ministerio?, para eso esta la pléyade de subsecretarios, directores generales y demás. Un ministro debe ser únicamente un buen gestor y sabe elegir la menos racional de las propuestas que le presentan

Así que allí me veis en el palacio de la Moncloa, sentado frente a unas pastas y un café, discutiendo que ministerio prefería. Yo claro deseche los llamados ministerios de fuerza, interior, economía, defensa, por algún ministerio menos visible, que seguro que habrá otro incapaz que lo haga mejor que yo. Así que le dije Señor presidente estaría muy honrado si me nombrase ministro de Educación. No hay nada mejor que un incompetente para guiar a las nuevas generaciones, en su camino de aprendizaje.

Pues allí, me tenéis en el consejo de ministros, junto con mi bonita cartera de cuero, igual a la que llevaba al cole cuando era crío, esperando mi turno para intervenir y presentar mi propuesta al presidente Filemón.

Bueno ahí va. Le propongo al presidente suprimir en todos los niveles lectivos la clase de literatura española. Me mira con intereses (el presidente) me sonríe y me pide que continué Quizás esta asignatura nació como una buena idea, digo, pero actualmente no es mas que una pesada carga en nuestros escolares, notad como mi discurso se adecua a mi nueva posición de poder jejejeje. Que motivos tenemos ahora mismo para castigar las jóvenes mentes de nuestra juventud, haciéndoles leer, sin que saquen ningún provecho a Gonzalo de Berceo, Cervantes, Tirso de Molina, Benito Perez Galdos o Espronceda. ¿Por qué en lugar de fomentar en ellos el loable hábito de la lectura, no hacemos mas que hacer que la aborrezcan? ¿Qué terrible crimen resulta de que un adolescente no haya leído el Quijote?. En estos momentos y mientras el ministro de defensa(vestido de uniforme con chorreras) tontea con la ministra de justicia(vestida de toga y puñetas), el presidente muy serio me dice, ¿y que propones en su lugar?. Claro ahí el presi, que para eso es presi y no ministro, me ha pillado, yo solo quería que los niños disfrutasen, y no tenia nada preparado así que sin pensarlo dos veces le digo: Quiero que los niños y adolescentes disfruten de la lectura, hagamos obligatorios a Jack London, a Julio Verne, a Poe, que lean el Lazarillo de Tormes y las cronicas Vampiricas, que sus comentarios de texto traten sobre Tom Sawyer y el rió Missisipi , o sobre las relaciones entre Alatriste y Malatesta su enemigo italiano, o como se conforma el grupo de Guillermo Brown y su banda de Proscritos. Esto seguro, le decía serio al presidente, mientras contemplaba de reojo los avances del ministro de defensa ya sin chorreras sobre la ministra de justicia ya sin puñetas, que de esta forma conseguiremos que de una forma natural luego quieran conocer a Jorge Manrique, deseen leer la historia de una alcahueta salmantina, o les entusiasme la vida en una pequeña ciudad de provincias en el siglo XIX. De ahí a que terminen leyendo el Quijote, solo queda un pequeño paso. EL presidente asiente con la cabeza, no se si a mi discurso o al hecho de que el ministro de defensa y la de justicia, hayan desaparecido debajo de la noble mesa del consejo, me mira, su boca se abre para decir algo.

Justo en ese instante, suena la melodía del despertador, y me deja sin saber si el presidente me alaba y me nombre su sucesor o me defenestra y hace que vuelva a la vulgaridad de donde nunca debí salir.

Por mi parte solo se, que leí el Quijote solo cuando sentí que mentalmente me hallaba capacitado para sacar de ese libro todo el disfrute y por que no decirlo sabiduría que me podía ofrecer, para disfrutar de su humor, de sus juegos de palabras, de su metaliteratura, para leer entre líneas y disfrutar de cada palabra y cada pagina. Y eso fue como se dice casi ayer cuando ya tenia 36 años.