DE ANECDOTAS



Para mi, y esta opinión es totalmente subjetiva no hay mejor forma de viajar que en autobús y especialmente en tren. Sin quitar meritos al avión, creo que el plus, llamadlo romanticismo, que aporta el tren es difícilmente superable. Aquí van, algunos recuerdos viajeros


Nos levantamos de nuestro camarote, con sueño, son cerca de las 5 de la mañana, cogemos unas mantas y subimos a cubierta. Estamos en un ferry camino de Estocolmo (Suecia). El madrugón merece la pena, precioso el paisaje que vemos desde la borda, el sol que empieza a asomar por el horizonte cubre con una luz muy especial, la multitud de islas e islotes que se extienden por todo el mar báltico adquiriendo (las islas) un aire de irrealidad. Bandadas de aves, levantan el vuelo a nuestro paso, los árboles, hasta hace un momento ocultos por las sombras, comienzan a mostrarse, revelando el verde, rojo y azul de sus hojas. El mar frente a nosotros, parece una lamina de fulgores plateados (Vale, lo admito es cursi, pero es que fue un amanecer taaaaannnnnnnnn bonito).

Viajamos de Chiclayo a Lima, por la noche, no hemos conseguido cama en el autobús, así que elegimos los dos primeros asientos de la planta superior para que de este modo yo pueda estirar las piernas. Nos ponemos en marcha, es noche cerrada. Descorro las cortinillas que me impiden la visión frontal. Aguanto 15 minutos. Al tercer adelantamiento que nuestro autobús hace a un convoy de camiones (por seguridad los camiones suelen viajar en grupos de 2 o 3 por la noche), en plena zona de prohibido adelantar, o en una curva ciega o viendo como los coches que vienen de frente deben apartarse para no chocar con nosotros, decido cerrar las cortinillas. Si he de morir, pienso, prefiero hacerlo en la ignorancia, así que me echo a dormir. Me despierto cuando la azafata del autobús, me ofrece el desayuno.

Holanda es un país pequeño, pero su red de ferrocarriles es extraordinariamente densa. Sus trenes no son los mas nuevos del mundo, ni quizás lo mas rápidos, pero desde cualquier ciudad puedes llegar a cualquier otra con lo sumo 2 transbordos. Tienen un detalle que me encanta, en los vagones esta prohibido hablar por el móvil. Solo esta permitido hablar en la plataforma de entrada de cada vagón, separada de los asientos por una mampara de cristal y lo mejor de todo, la gente respeta la prohibición. Soy feliz de poder hacer un viaje en tren sin enterarme de los problemas de mi vecino de asiento.


Viajamos en un autobús que una Ankara con el interior del país.. Es por la tarde y hace calor, mi compañero duerme, yo miro el paisaje. Los paisajes de la Anatolia son preciosos, veo un burro moviendo una noria alrededor de un pozo. Mas allá hay inmensos bosques de confieras. El autobús comienza a bandear y hacer un ruido raro. Paramos en la cuneta. Hemos pinchado. La rueda de repuesto, también esta pinchada. El conductor, nos deja allí tirados y se dirige al siguiente pueblo en busca de un taller. Al cabo de una hora vuelve con la rueda. Reconozco que soy incapaz de detectar cual es el neumático viejo y cual el nuevo. De nuevo en ruta. E. y yo comentamos el incidente entre risas. De pronto el autobús de nuevo empieza a bandear y vuelve a perder velocidad. Hemos vuelto a pinchar, la misma rueda. La gente increpa al conductor en turco, nosotros lo hacemos en español. No se como conseguimos enterarnos de que el conductor para ahorrarse un dinero, ha comprado un neumático recauchutado y de baja calidad. Volvemos a esperar a que el conductor traiga una nueva rueda. Por fin, llegamos a nuestro destino.


El vuelo entre Copenhague y Helsinki, todo hay que decirlo, no es el vuelo mas demandado del mundo. Somos 10 viajeros. J.M. y yo somos los únicos no nórdicos. El avión es un pequeño cuatrimotor a hélices. Nunca antes había volado en un avión de hélices. Nos sentamos, en nuestros asientos. Y mientras nos abrochamos los cinturones, observamos como todos los pasajeros salvo claro nosotros, se quitan sus zapatos. La azafata nos ofrece un café. J.M. y yo les imitamos. Un nuevo placer descubierto. Desde entonces lo primero que hago, después de abrocharme el cinturón de seguridad al subirme a un avión es quitarme los zapatos. Gracias desconocidos nórdicos.

Hemos conseguido por poco dinero un billete que nos permite viajar sin límite durante 15 días por la línea de ferrocarril que une Boston con Washington, pasando por Nueva York. Montamos en el tren, los asientos son cómodos y anchísimos, aunque quiera no consigo que mis rodillas den con el asiento delantero. Todo el personal a bordo del tren es de raza negra, revisores, mozos de equipaje, camareros. No se quien nos cuenta que es tradición. Miramos por la ventanilla, es otoño y los bosques de arces, preciosos, nos obsequian con una sinfonía de rojos. Observamos que los pequeños pueblos que jalonan la ruta tienen la misma estructura, lo primero que ves cuando llegas es el cementerio, a continuación, el tren atraviesa lo que puede ser la plaza del pueblo, con su bandera y ayuntamiento y por ultimo el centro comercial. Así, uno tras otro. Solo los pueblos más grandes o las ciudades se escapan de esta estructura.


Abordamos el ferry que une Izmir con Estambul, el trayecto dura unos cincuenta minutos, nos sentamos en la cubierta corrida superior y matamos el tiempo haciendo juegos de palabras y recordando tonterías de los últimos días. Llegamos a Estambul sin incidencias y nos dirigimos a nuestro Hotel. Dos días después, vemos en la televisión, que el ferry que une Izmir con Estambul se ha hundido y han muerto 250 personas. Llevaba más pasaje del permitido y no había salvavidas de emergencia para todo el mundo. Una vez mas, nos dimos cuente de nuestra propia mortalidad.


Por problemas burocráticos, que se solventaron tras pagar 20 dólares por cabeza, hemos estado parados más de hora y media, en un puesto de control entre Finlandia y Rusia. Cuando visan nuestros pasaportes, a empezado a anochecer, las carreteras rusas son estrechas, mal asfaltadas y peor señalizadas, llevamos 100 Km y no hemos visto un solo cartel indicando nada. Imaginamos que vamos hacia San Petersburgo, la carretera discurre por un bosque inacabable, pequeños pueblos y ciudades, que parecerían abandonadas, si no fuera por alguna luz que surge aquí o allá, surgen de repente, no tiene nombre, ningún cartel anuncia su presencia. Vemos una gasolinera, paramos. Es una gasolinera con un cartel triste y mortecino. Compramos unas botellas de agua y unas coca-colas. Preguntamos al dependiente. El no habla ingles, nosotros tampoco ruso. San Petersburgo le decimos en castellano, “da , da” dice el, mientras nos hace un gesto con la mano indicándonos que sigamos. Como una hora después, vemos los primeros carteles, desembocamos en una autopista, Solo tenemos que seguir las flechas. Ahora debemos encontrar nuestro hotel, pero esa es otra historia


Para huir del calor de Madrid en Julio, hemos aceptado la invitación de un amigo, y hemos pasado 4 días en una ciudad del norte de España. La diferencia de temperatura es brutal, mas de 40 en la capital y sobre 27 u 28 en la ciudad. Nos bañamos en el mar, y disfrutamos de su gastronomía y paisajes. Volvemos a Madrid en autobús. Pasamos del verde del norte al amarillo de castilla. Me encanta el paisaje castellano, seco, sobrio, infinito. El autobús, tiene aire acondicionado y aun conservamos en nuestro cuerpo el fresco del norte. Con preocupación miro como cada 50 Km, sube el indicador de la temperatura exterior, empezamos con 22 grados, al llegar a Madrid a las 2 de la madrugada marca 38 grados. Descendemos una bofetada d calor nos golpea en el rostro. Me dan ganas de volver a subir al autobús y volver al norte.


Comentarios

BENHUMEA ha dicho que…
despues de conocer el metro (tren) de la ciudad de mexico, quede finta de ese medio d tranporte q puede ser todo (axfixiante, lleno d egente, un poco oloroso) menos lindo... me quedo con los paseos en autobus...

Un beso. Te leo.
charada2 ha dicho que…
Me encanta el rollo que tiene el tren. Es lo más romántico, en el amplio sentido de la palabra, que puedes imaginar. Simplemente el traquetreo y el paisaje lo vale. Además, es indudablemente el más cómodo.

También yo hago lo posible por viajar en tren frente a cualquier otro medio de transporte.
Anónimo ha dicho que…
Podria decirte que el tren es lo mejor, pero creo que el autobus es mas humano, no se, la gente no se encierra en camarotes ni en literas y puedes hablar con el de atras o el de al lado, ademas hacen paradas para estirar las piernas y oler el ambiente, el paisaje de donde ha parado.
Un beso
Carmen
JCM_MAD ha dicho que…
Gracias Benhumea, Bea y Carmen de verdad agradezco vuestras palabras.

Todos estamos de acuerdo en evitar el avión

Entradas populares de este blog

LENTEJAS CON PUERRO, PASAS Y SALSA DE SOJA AGRIDULCE

QUISSAMA III

COLIFLOR Y PUERROS AL HORNO CON SALSA DE YOGURT