VACACIONES


Bueno, pues ya esta aquí. Parecía que no llegaría nunca y sin embargo, ya ha llegado. Creo que sin lugar a dudas es el mes, mas deseado/odiado del calendario con diferencia. Quizás podéis decir que Diciembre con sus fiestas y su falso buen humor y felicidad es mas odiado pero creo que no. Al final en diciembre siempre puedes encontrar alguna manera de escaparte, de no entrar en el circuito, pero de este mes es imposible, o lo disfrutas o lo sufres, no hay término medio.

Claro me estoy refiriendo a Agosto, el mes vacacional por excelencia, donde millones de personas, aparcan su vida digamos normal durante un periodo de tiempo y se transforman en otra raza humana distinta la del veraneante o la de turista. También esta todos aquellos que trabajamos en Agosto y que odiamos tener que madrugar mientras que todo el mundo se queda en la cama, se levanta tarde, o se va de viaje a la playa. Tu te quedas en Madrid, mientras que ves como el 90% de lo comercios han colgado en sus puertas y escaparates el cartel de cerrado por vacaciones, así que te resignas y piensas que en poco mas de 3 semanas tu también disfrutaras de vacaciones, y serás como ellos un ser despreocupado de los horarios y carente del mas mínimo gusto para el vestir.

¿Pero como eran mis vacaciones cuando era un crío? Ufff, difícil pregunta, el primer recuerdo es que eran largas, eternas, inacabables, desde que acababa el colegio allá por el lejano 15 de junio, hasta el no menos lejano 15 de septiembre tenías tres meses de absoluta libertad. Aquí reconozco que he tenido suerte, desde siempre he veraneado fuera de Madrid. Nunca hasta que fui adulto pase un verano en la ciudad. Recuerdo que era coger las vacaciones, y al poco estar en el pueblo, en el chalet. Mi padre nos dejaba allí junto con mi madre y el se volvía a trabajar a Madrid, estaba toda la semana solo, trabajando y los fines de semana volvía a pasarlos con nosotros. Pero no era el único. En toda la urbanización, en todas las casas pasaba lo mismo, los hombres se quedaban trabajando en Madrid, mientras que las mujeres nuestras madres se quedaban en el pueblo disfrutando/cargando con nosotros, a veces en compañía de los abuelos, que pasaban temporadas con nosotros.

Recuerdo que nos levantábamos, mi hermana y yo, no muy tarde, sobre las 9 de la mañana o así, desayunábamos y cogíamos la bici. Íbamos en busca de nuestros amigos, de nuestra pandilla, como se decía en aquellos años. A alguno de ellos les encontrábamos ya saliendo de su casa, a otros, su madre nos daba permiso para entrar en su habitación y despertarles. ¿Quien no ha conocido a esa persona dormilona que es capaz de pasarse el día entero en la cama?. Luego, todos juntos, preparábamos el día, quizás fuésemos hasta el pueblo en bici, quizás nos quedásemos en la urbanización y jugásemos al fútbol, al escondite o a las carreras con la bicicleta. O quizás habíamos preparado una excursión el día anterior a algún pueblo cercano y con los bocadillos que nuestras madres, nos habían metido en la mochila, iniciábamos nuestra aventura, siempre llevando en la cabeza los consejos y avisos, cuida de tu hermana, tened cuidado al cruzar la carretera, no os separéis que creo que todas las madres del mundo dicen en esas oportunidades.

Crecimos, los juegos cambiaron, nuestros horarios también, éramos adolescentes, Ya no montábamos tanto en bici, por el día nos acercábamos al pueblo, a los billares, a jugar al billar o al pinpon. Se hacia una colecta entre todos, y comprábamos unas cervezas. Llegaba la noche, nos arreglábamos para salir, al cine de verano y luego a dar una vuelta con las chicas de otra urbanización que acabábamos de conocer. En la tuya todas eran la hermana de alguno de tus amigos, y había como cierto pudor para esas cosas. Las primeras tonterías para impresionar a las chicas, los primeros escarceos, el primer beso. Las excursiones nocturnas a la montaña, para hacer en medio de la noche una barbacoa, el estar tumbados en la fresca hierba de la montaña, mientras ella se tumbaba a tu lado, y te hablaba al odio mientras te cogía la mano.

Y siempre el asunto de no tener un duro, de no tener nunca dinero. El comprar a escote unas botellas de cerveza. Y luego, como la necesidad de más cerveza te hacia agudizar el ingenio. Como por cada casco de cerveza en aquel entonces te daban lo que ahora seria 1 céntimo de euro, entrábamos en el patio de la bodega y cogíamos botellas vacías, para que con el dinero que nos daba por el reembolso del casco de vidrio, ir a comprar más cerveza.

Y seguimos creciendo y descubrí que la palabra amigo, no significa lo mismo para todo el mundo, y poco a poco nos separamos y surgieron nuevas amistades. Aunque eso si mis dos mejores amigos vienen de aquellos días.

¿Ahora? Las vacaciones son distintas. Mas cosmopolitas, mas viajeras, sin tantos problemas de dinero Pero siempre, siempre una semana me la reservo para estar en la Adrada y descansar de verdad

¿Como eran las vuestras?

Comentarios

Lucilíndala ha dicho que…
¡Qué bonita entrada! Pues nosotros nos pasábamos el verano aquí en la ciudad...la verdad es que en eso tuvimos (y tenemos)bastante suerte, aquí hay mar y playas y...bueno incluso ahora de aldultos disfrutamos bastante el verano aunque tengamos que trabajar.
JCM_MAD ha dicho que…
Hola Moonlight.

Si, imagino que el tener playa hace que quedarse en la ciudad de veraneo no sea tan terrible.

Un beso

J.

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