HISTORIA



Es por la tarde, ha sido un día largo y ahora, estamos sentados en la terraza del restaurante del pueblo, cansados. Hemos paseado por el pueblo, sus calles perfectas, limpias, su asfalto perfecto, sus pasos de cebra perfectamente señalizados y pintados de amarillo. Hemos visto su pequeño museo local y visitado su iglesia de indudable aire centroeuropeo, hemos visto sus casas con sus tejados a dos aguas y voladizos para evitar que la nieve se acumule junto a los muros de las casas, nos hemos quedado admirados ante su hospital. Eso si, la visita a los gallitos de las rocas no hemos podido realizarla. En medio de la subida a A. le entro una “pajara” y se quedo sin aire y sin fuerzas y nos tuvimos que volver sin cumplir nuestro objetivo

En la pared del restaurante cuelgan carteles en alemán, y pequeños cuadros con escudos del Tirol y Baviera, añejas fotos en blanco y negro nos muestran a personas con trajes típicos tiroleses, pantalones cortos con tirantes, camisas blancas, calcetines hasta las rodillas, divertidos sombreros, mis abuelos nos comenta el señor Egg dueño del local, que se ha sentado en nuestra mesa a charlar, en ese momento somos los únicos comensales.

Miramos la carta, ante nuestros ojos se despliegan platos como Sopas de Albóndigas de Arroz, Schitel Suppe, Butternokensuppe, Brend Suppe (sopa de harina de maíz tostado), Frittatensuppe, Albóndigas de Carne, Fleisch und Schiwel Wurst, Wiener Schnitzl, Gulash mit Spatzeln, Strukel (enrrollado de plátano), Schtraubalan (Tortillas), Buñuelos, Kasekuchen (pastel de queso). Ordenadas en entradas, principales y postres. Pedimos ayuda ante algunos platos, no sabemos su significado.

Una mototaxi, rompe el silencio de la noche. ¿Un mototaxi?. Mientras la hija de J. Egg, nos explica con ese extraño acento, suave, cantarín de la selva central peruana, cada uno de los platos. ¿Mototaxis y español con extraño acento?¿Platos alemanes?, ¿Trajes tiroleses?. No debemos alarmarnos, no nos hemos vuelto locos. Estamos en Perú, en el pueblo de Pozuzo en medio de la Selva central del Perú y todo es posible.

El Señor J. Egg, es un señor mayor, anciano, con mucha vida a sus espaldas es una conversador formidable, lleno de anécdotas y divertidísimo, ha escrito dos libros, que claro no duda en vendernos y nosotros, en este caso mi suegro, tampoco duda en adquirir. Y así, disfrutando de unas cervezas, nos cuenta la historia de su familia, que es la historia de este lugar. Una historia bien curiosa.

Estamos en 1854, en el Tirol y Baviera, las cosechas llevan un par de años siendo escasas, hay hambre y pobreza. Tan es así, que las autoridades sacan una ley, prohibiendo casarse a la gente sin recursos.

En el otro lado del mundo, en el Perú, el gobierno - aquí iría el nombre de un general, pero no me acuerdo de su nombre y tampoco es que importe mucho- esta interesado en colonizar amplias zonas de la selva central que en ese instante se encuentran solo habitadas por indígenas, Asaninkhas y Yaneshas especialmente, y que están baldías e improductivas.

Se ponen en contacto con un noble alemán Barón Cosme Damián Freiherr Schutz von Holzhausen . Este llegó a un acuerdo con el gobierno peruano y a cambio de una considerable cantidad de dinero, se comprometió aportar 3000 colonos, las únicas condiciones que puso el gobierno peruano es que fuesen católicos y sin antecedentes penales. Por su parte el gobierno se comprometió a hacer carreteras hasta la zona elegida y darles aperos y tierras, una pequeña cantidad de dinero y proporcionar salud y educación a los colones.

Así pues, en 1857, el barón reúne un primer grupo de 300 colonos austriacos y 100 alemanes, que parten del puerto de Amberes. En la travesía, que dura 6 meses, se contraen matrimonios, se producen algunos nacimientos y 7 defunciones. Cuando llegan al Callao, y visto el estado en que se encuentran los colonos, el gobierno decide intérnalos en cuarentena. Pero la presión popular hace que el gobierno no pueda mantener la cuarentena, y unos días después les libera, aunque ahora su puerto de entrada al Perú será Huacho al norte de Lima.

Desde aquí, emprenden su camino hacia sus nuevas tierras, los colonos son vitoreados y amablemente acogidos por los pueblos y ciudades por los que pasan pero poco a poco empiezan a surgir dificultades. Al llegar a Cerro del Pasco, a unos 4500 metros de altura y aquí entre nos, posiblemente la ciudad más fea y contaminada del mundo, muchos de ellos enferman de frío y “soroche”*, tras restablecerse, el grupo llega hasta la localidad de Acobamba donde descubren que el gobierno Peruano no ha cumplido con su palabra y no ha abierto caminos. A partir de aquí, los colonos deberán ir abriendo su propio camino, con su sudor y sus manos. Al principio, la tarea no es tan difícil y los colonos avanzan rápidamente y así llegan hasta la localidad de Santa Cruz. Aquí y tras la muerte de varios miembros del grupo debido a una desprendimiento, una parte de estos decide renunciar y abandonar dejando al grupo, que ahora comienza su tarea más difícil, avanzar a través de la selva hasta llegar al valle prometido A las dificultades propias de la selva, se añade lo escarpado y duro del terreno. Aun hoy en día, en coche se tardan 4,5 horas en recorrer 70 Km por unas carreteras, que son pistas de tierras, en la ladera de una montaña, que cada rato se ven cortadas por ríos y torrentes que en época de lluvias hacen que el pueblo quede incomunicado por carretera.

Por fin en 1859 llegaron a Pozuzo un total de 170 colonos, y descubrieron que allí no había nada de lo prometido. Ni colegios, ni hospitales, ni calles, ni casas, nada de nada. Así que se pusieron manos a la obra, construyeron sus casas según sus costumbres, fundaron un colegio – hoy en día, todos los niños de Pozuzo son perfectamente bilingües en alemán y castellano. Araron sus tierras y cocinaron sus platos como siempre lo habían hecho. 2 años después llego a Pozuzo, otro grupo de 300 colonos austro-alemanes que se unieron a los ya existentes. Nunca mas llegó ningún otro grupo de colonos alemanes a estas tierras.

La colonia, prospero y con el tiempo salieron colonos alemanes a fundar las actuales ciudades de Oxapampa y Villa-Rica.

Cuando el señor Egg, termino de contarnos la historia de los colonos son cerca de las 12 de la noche, dándole las gracias nos despedimos y tras un breve paseo, llegamos a nuestro Hotel. El Hotel es regentado por el señor Müller, que resultó ser un virtuoso de la mandolina, cosa que descubrimos por la mañana cuando nos amenizo el desayuno, con unas polkas y unas canciones típicas tirolesas.

Aún hoy es fácil distinguir físicamente a los descendientes de estos colonos entre la población peruana de esta zona, Y los apellidos como Schmitd, Müller, Shiepper, Egg son de lo más común.

En la actualidad Pozuzo es la única colonia austro-alemana que existe en el mundo, y recibe cantidad de visitantes de estas dos nacionalidades en busca de sus parientes. Además han sido premiados por los gobiernos alemán y austriaco, por su celo en la conservación de sus costumbres, sus bailes, sus trajes, sus aperos. Igualmente por conservar el idioma alemán y una extraña derivación del dialecto Tiroles. El año pasado con motivo del 150 aniversario de la creación de la colonia, todos los descendientes directos de los colonos, fueron invitados por los gobierno alemán y austriaco a conocer las poblaciones de donde salieron sus antepasados. De este encuentro surgieron multitud de historias que nos contaron sus protagonistas pero eso será en otra entrada.

Para que luego digan del realismo mágico.

*Soroche: Mal de altura, producido por la falta de oxigeno.

P.D. la foto es de jóvenes pozuzanos, con sus trajes típicos y su baile regional

Comentarios

BENHUMEA ha dicho que…
Ohhh.. pero que interesantey uno que despliega sus ojos por el Peru hasta las alturas de Machu Pichu e ignora estas historias que bien has calificado como "realismo magico", me ha encantado...

Pd. Hombre por el que hare no te preocupes, yo no me preocupo... seran bienvenidos.

Un caluroso abrazo para esa familia hispano-peruana¡¡
carmen ha dicho que…
Bufff, me ha encantado esta historia que no conocia...es triste, entrañable y a la vez bonita, tiene que ser increible convivir con esas gentes aunque sea unos dias...es magico
un beso
Carmen
JCM_MAD ha dicho que…
Gracias a las dos por vuestros comentarios.

Si, a veces nos dejamos cegar por los brillos de los monumentos y nos olvidamos de las historias de la gente de a pie.

Creo que tanto A. como yo somos gente bastante empatica, a la que le encanta sentarse en un bar y charlar y sobretodo escuchar a la gente. Creemos que sin desmerecer la visita a un museo o unas ruinas, no hay nada mejor

Besos

J.

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