HISTORIAS




Estamos en Capadocia, en pleno corazón de la Anatolia turca, en una ciudad que se llama Ürgup. Hemos paseado por sus calles, visto sus gentes, admirado sus paisajes, pero aún nos queda lo mas increíble. Anatolia ha sido desde siempre tierra de paso, de conquistadores y la gente del lugar encontró una forma de lo más inteligente de proteger sus casas y haciendas, apoyándose en las facilidades que ofrece el suelo karstico, construyeron sus ciudades bajo tierra. Nosotros nos acercamos a visitar una de las más famosas y grandes de estas ciudades la de Derinkuyu. Según nos cuenta el guía tiene cerca de 90 metros de profundidad y cerca de 20 niveles. Empezamos a descender por la entrada de la ciudad y a sumergirnos en los distintos niveles y galerías. Estas, son angostas, a veces solo permiten el paso de una persona agachada, Vemos, las zonas de almacenaje de pastos, las zonas donde guardaban sus animales, un horno artesano, una piedra de molino, vemos las distintas estancias de la ciudad, incluso llegamos a una zona que fue una iglesia, la temperatura en todos los niveles se mantiene constante y el aire pese al lógico enrarecimiento debido a la profundidad y a la multitud de personas que allí estamos es fresco y no falta en ningún momento. Nos explican que es debido a una serie de pozos de ventilación que recorren toda la ciudad subterránea, llevando aire fresco desde la superficie hasta el rincón más recóndito de la ciudad. Realmente nos podemos hacer una idea de cómo vivía esta gente. Llegamos a unos de los últimos niveles, nos dicen que era el cementerio. Impresiona la verdad.
Igualmente el guía nos comenta que se calcula la antigüedad de esta ciudad en unos 9000 años, que no saben quien las construyo, ni por que fueron abandonadas por sus últimos habitantes cristianos, allá por el siglo II de nuestra era. A partir de ese momento cayeron en el olvido hasta su redescubrimiento hace unos 40 años.


Paseamos por la orilla izquierda del Neva, reconozco que acostumbrado a los ríos españoles, incluso el mas ancho y caudaloso de ellos me pareció un arrollo frente en aquel momento el río mas grande y caudaloso que había visto. En la otra orilla se extiende el la fachada verde y blanca del palacio de Invierno, con sus cientos de ventanas, sus dorados, estatuas y chimeneas. Es finales de julio o principios de agosto, y los rusos se tumban en las praderas de las orillas del río a tomar el sol, a pescar, estamos camino de la fortaleza de San Pedro y San Pablo que en su momento fue diseñada para alojar a la guarnición de la ciudad y luego fue cárcel de revolucionarios bolcheviques. En su centro se alza la catedral del mismo nombre, que termina en una estilizada aguja dorada que puede ser vista desde cualquier punto de la ciudad y que sirve de punto de orientación si te pierdes paseando por las calles. En esta catedral están enterrados todos los zares de Rusia desde Pedro I el Grande, hasta el ultimo de ellos Nicolás II. La fortaleza cambio de manos carias veces durante la revolución rusa y tan pronto era bolchevique como zarista. Ahora la fortaleza es un lugar de ocio y recreo. Pero nuestro paseo no acaba aquí, seguimos andando por la orilla hasta llegar a nuestro objetivo, el crucero Aurora. Este barco ahora fondeado para siempre en un brazo del Neva, tiene una importante historia bélica detrás de el, lucho en la guerra ruso-japonesa de principios del siglo XX e igualmente combatió en la I guerra Mundial, pero si por algo ha pasado a la historia es por que desde sus cañones se hizo el disparo que era la señal para la toma del palacio de Invierno y así lo reconoce la medalla que orgulloso porta en su proa.


El tren tras salir de Oporto discurre rápido por la campiña portuguesa, caseríos, campos de cultivo, pequeñas ciudades, se muestran por la ventanilla. Es un tren moderno y cómodo y en poco más de dos horas nos depositara en la ciudad de Guimaraes. La verdad es que Guimaraes es una sorpresa, es una ciudad pequeña que al salir de la estación parece bastante anodina pero que va cambiando según te acercas a su centro. Su centro histórico se encuentra protegido tras una muralla y nunca esto fue mas cierto. Tras pasar la muralla por una de sus puertas entras en otro tiempo, la ciudad se transforma y te seduce con su belleza, parece una ciudad de cuento, pequeñas plazuelas, arcos, jardines sombríos y frescos en los laterales de las iglesias, soportales bajo edificios que se nota que están hay desde la edad media, todo perfectamente conservado y cuidado, A y yo disfrutamos paseando por sus calles, descubriendo rincones, edificios, detalles en las ventanas. Pero si por algo además de por su arquitectura es famosa Guimaraes, es por que es la cuna de la nación portuguesa, andando nos acercamos al cercano pazo de los Braganza, mas que pazo palacio, donde destacan sus artesonados de madera y las chimeneas de sus techos y hoy convertido en un museo, cerca del pazo, en una elevación, la fortaleza que protegía la zona, fortaleza con una imponente torre del homenaje como no puede ser de otra forma. Fue aquí donde en 1139 el conde Alonso Henriques declaro la independencia de Portugal del reino de León de quien dependían hasta ese momento reinando como Alonso I de Portugal.

Aprovechando una oferta he conseguido unos billetes baratos para ir a Perú y ver a A. Es semana Santa, tras pasar un día en Lima, nos dirigimos a Ayacucho donde A. esta viviendo por motivos laborales. Paseamos por la ciudad, vemos sus iglesias, disfrutamos de la hospitalidad ayacuchana y hacemos excursiones a pueblos y zonas vecinas. Hoy nos vamos a acercar al cercano pueblo de Paccaycassa. Nos acercamos a la agencia de viajes de la plaza y con alegría descubrimos que sale una excursión en pocos minutos. Al poco estamos en la combi, dando botes por los caminos ayacuchanos. Llegamos al pueblo, y descendemos, seguimos nuestro camino a pie. El paisaje es formidable, chumberas, tunas en peruano, Taras árboles que producen el llamado chicle de los campesinos, que es una especie de resina masticable, matojos salpican toda la geografia. Por fin llegamos a nuestro destino, antes nosotros se extienden unos muros de piedra de unos 2 metros de alto que en algún tramo están derrumbados y nos permiten vislumbrar su interior, se ven sillares de casas, restos de calles, de almacenes. Estamos en la capital de los Wari, pueblo preincaico y que forjo el primer imperio andino del que se tiene noticia. Los Wari dominaron esta zona desde el siglo VI D.C. hasta el siglo XII. La ciudad es grande amplia y en su momento de máximo apogeo llego a contar con 50000 habitantes. Visitamos sus ruinas, lo que fue el palacio de los señores Wari, y sobre todo visitamos las tumbas que para este pueblo tenían una función especial. Las tumbas son autenticas edificaciones con 3 o 4 niveles llenos de escaleras y pasillos donde la gente depositaba ofrendas y hacia peticiones a sus antepasados, a cambio seguían cuidando del finado como si no hubiese muerto. Paseamos por las calles, nos indican donde estaban los puestos de la guardia, donde los aduaneros en las puertas. No se sabe muy bien porque los Wari desaparecieron en la historia, quizás fueron vencidos por los chankas verdadera plaga de esta zona en la antigüedad, quizás decayeron y abandonaron la ciudad, quizás fueron absorbidos culturalmente por otra cultura. Lo que es cierto es que nos dejaron magnificas ruinas.

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