HISTORIAS DE R.



Fue un final triste para el señor N. Tan triste que su familia, su viuda y sus hijos, debió incinerarle por no poder pagar una sepultura. Incluso faltaron, algunos de los que en vida habían sido sus amigos y acudían a el a pedir favores y recibir dinero. Si, estaba Don M. socio de N durante muchísimos años y estaba también el importante político S., pero no estaba ni el Señor J. ahora un importante miembro del parlamento ni tampoco el General B. Porque digámoslo antes de proseguir, antes de morir en la pobreza por su mala cabeza, el señor N fue rico y famoso. Fue un hombre hecho a si mismo, que creo un pequeño emporio comercial de la nada, que abarcaba desde compañías de Seguros a Bancos, con yates, chofer y guardaespaldas, con haciendas por todo el país, con casas en Miami, con amantes, con queridas, con una mujer florero a la que regalaba costosas joyas, con hijos estudiando en las mejores universidades, con acceso a la mas alta jerarquía tanto política como militar, con cuenta abierta en la principal joyería de la ciudad, con gente haciendo cola ante su despacho para conseguir unas prebendas o sacar algún provecho, que daba fiestas a las que acudía los mas granado y selecto de la sociedad limeña y en las que el lujo y la ostentación sobresalían por doquier. Así que podemos concluir que el señor N. no solo era rico, sino que era muy rico. Pero como digo su mala cabeza le llevo a la ruina y en los últimos años cada vez menos gente reconocía que alguna vez había tenido tratos con el.


Una de las personas que nunca renegó de conocer al señor N, que había sido su secretaria personal, era la señora R. ella había conocido al señor N en la cumbre de su riqueza y poder cuando no había nadie lo suficientemente rico o poderoso que no le debiese un favor o no pudiese ser sobornado

Y aquí os comento una de las historias que la señora R, me transmitió tomando una cerveza una calurosa tarde de Agosto en Madrid. La podemos titular como el Regalo


– El Regalo

Como hacia todas las mañanas R, la secretaria personal del señor N. estaba organizando la agenda, comprobando los compromisos, colocando papeles, atendiendo las llamadas más urgentes, mientras esperaba que su jefe apareciese por la puerta. Pero ese día, no fue el señor N. quien entro por la puerta de madera, sino J. el chofer y guardaespaldas del señor N, que nada mas entrar apresuradamente comenzó a gritar.

Señora R, Señora R. Tiene que ayudarnos.

Que ocurre J, ¿que ha pasado? , ¿Le ha pasado algo al señor N.? – pregunto R. asustada

Ocurre - contesto J- que el señor, no ha dormido esta noche en la casa Que esta noche la ha pasado con la Señorita V. y que como excusa, le dijo a la señora que se iba de viaje a la selva y ahora necesita algo para regalarle a la señora y que no lo descubra. Además de avisarla a usted para que le cubra cuando llame la Señora

Carajo de hombre, dijo la señora R. Mira que le tengo dicho que no me meta a mi, en sus alcahueterías.

Señora, dijo J- por favor debe ayudarme, el señor me ha mandado a comprar alguna cosa y no se que hacer.

Deja de gritar y escucha, dijo la señora R, acércate al mercado de Surquillo y allí hay tiendas que venden productos de la selva, compra unas plumas, un vestido de la selva unos collares. Vamos, rápido muévete carajo.

La señora R. volvió a sus quehaceres, mientras que para sus adentros le dedicaba las lisuras mas gordas y feas que se sabia a su jefe,. En esas estaba cuando el sonido teléfono la saco de sus pensamientos.

Aló- Contesto

Buenos días R, soy la señora C, ¿esta mi marido en la oficina? – dijo una voz al otro lado del teléfono.

Buenos días Señora C – contesto R- el señor N, no esta en la oficina, esta volviendo de un viaje de la selva, llegará a la casa durante la mañana.


Gracias contesto la señora C.

Seria medio día cuando la señora C. desde el gran salón de la casa escucho como el coche de su marido se detenía en el camino de grava en el jardín,
Estaba sentada en el sofá de la sala y fue lo mejor, ya que la evito caerse al suelo de la impresión, cuando vio a su marido entrar ataviado con el vestido de la selva, con el tocado de plumas en la cabeza, con la cara pintarrajeada y los brazos llenos de collares hechos con huairuros, con pequeñas conchas de molusco, con plumas y huesecillos de animales mientras bailaba lo que el decía que era una danza amazónica, mientras no dejaba de repetir, estos regalos son para ti…



En este punto, la risa impide que la señora R continúe con la narración y así es como yo os la cuento a vosotros

P.D. Esta historia como otras que os contare son verídicas, escuchadas por la señora R, de boca de sus protagonistas o vividas por ella misma, lo único que se han cambiado son los nombres de las personas y los lugares para preservar la intimidad de las personas

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