5 €
¿Que se puede
hacer con 5 Euros hoy en día?. Muy poco me diréis. Vale, como me siento
esplendido aumento la cantidad y repito la pregunta ¿que se puede hacer con 15
Euros hoy en día? Vale, no es mucho pero podemos ir al cine y comprarnos unas
palomitas o un refresco. Podemos comer
un menú del día en un bar no muy céntrico ni muy comercial y aún nos sobrarían
unos euros para tomar un café y un helado. Podríamos coger el metro e ir a la
feria del libro y buscar alguna oferta, y además pasear por el retiro, que
sigue siendo gratis. Seguro que se os ocurren algunas actividades mas, peor no
muchas, cualquier cosa que queramos comprar seguramente nos costará mas que
esos 15 € .
Habíamos quedado
el sábado a las 08:30 de la mañana pero eran las 9 y aún no había aparecido
nadie, ni tenia ningún mensaje en el móvil. Incluso para el horario hibrido, ya
se sabe que para los hibrys el tiempo no transcurre igual que para el resto de
la humanidad era raro Así que llame a los interesados y en ese instante me
entere que había habido un cambio de planes- que daño hace el trasnochar- Así
que me dirigí al nuevo punto de concentración. Salude a D. y C. hicimos las
compras que el resto del grupo nos había enviado en un mensaje de móvil y
salimos hacia nuestro destino, el pueblo de Garganta de la Olla, a las puertas del valle del Jerte en la
provincia de Caceres.
Garganta de la
Olla, es un pueblo perdido en las estribaciones más occidentales de la Sierra
de Gredos. Rodeado de montañas cuya altura oscila entre los 2000 y 2500 de altura.
Su orientación hace que el clima sea muy benigno, ni muy frió en invierno ni
muy caluroso en verano. La vegetación que cubre completamente las montañas,
salvo las heridas producidas por antiguos incendios, se compone principalmente
de robles, castaños y cerezos. Tienes
que acércate mucho a los cerezos para ver como rebosan de sus rojos frutos.
La “nube”. Nada
que ver con ese noespacio informático, donde se almacenan unos y ceros. La Nube
es un nombre, pero también un lugar, real y físico. Situado en una de las laderas
de las montañas que rodean el pueblo. Es un lugar con un antiguo secadero de
tabaco reconvertido en casa, con unas vistas impresionantes, con robles, con castaños,
con calabazas y un lagarto tímido, y que tiene cerezos situados en diversas
terrazas. Y esos cerezos tienen cerezas que nosotros íbamos a recoger.
J. es un
arquitecto amigo de M. y que hace 12 años se canso de su vida. Realmente no se
muy bien cual es su historia solo se que acabo comprando la “nube”. De vez en
cuando hace trabajos en su profesión para sacar algo de dinero que invierte en
su pasión. De su tesón y sus ideas, surgió un sitio distinto, ni mejor ni peor
solo distinto. J. es capaz de bromear mientras te conmina a que trabajes un poco mas rápido y
que no pierdas el tiempo sobre si una cereza es apta o no es apta.
La calibración y
el expurgado de las cerezas es toda una ciencia. No todas sirven para ser vendidas.
Solo las que tiene entre 22 y 24 milímetros y cumplen unos mínimos en cuanto
al color pasan a la canasta de las óptimas.
Las que no tiene rabo se desechan,
al igual que las muy maduras o las muy pequeñas. Si tiene una mota, una
pequeña herida tampoco valen, si están “preñadas” se desechan igualmente.
Igualmente tampoco valen si son demasiado grandes, pues entonces hay que
comprobar su grado de madurez. Una vez elegidas las óptimas se hace una segunda
selección para elegir las cerezas de calidad menor, el resto que son cientos de
kilos, se desechan para alimento de los cerdos. Aunque el día amaneció cubierto
y amenazando lluvia, debajo de los árboles, examinando y seleccionando cerezas
hace calor, y a todos nos apetece un baño.
“Subís por el
sendero y cuando veáis que el camino gira la derecha vosotros torcéis a la
izquierda, subís por el robledal, a veces os parecerá que estáis muy altos o
estáis un poco bajos. Incluso os parecerá que estáis perdidos. Solo escuchar y
oír el río. Entonces seguid el sonido. No tiene perdida” Explicación de M. para
llegar a las pozas y darnos un baño. Efectivamente, si no perdidos estamos
desorientados. Paramos y mientras recuperamos el resuello, efectivamente oímos
el rumor del agua. Caminamos paralelos al rumor del río. Al poco en un claro
entre los robles vislumbramos al resto del grupo. Están tumbadas en las rocas
tomando el sol.
No se si es
casualidad, pero todas las pozas que conozco tienen alrededor una serie de
rocas perfectas para sentarse y tomar el sol o secarse después del baño. Las
pozas a las que hemos llegado no son la excepción. El agua esta clara,
invitando al baño. Me quedo en bañador y me meto al agua. La temperatura de la
misma hace que descubras que la invitación
a bañarse no era del todo sincera. Pasado el primer impacto te relajas y
disfrutas. Solo la mitad del grupo se ha bañado, el resto prefiere tomárselo
con calma y esperar a otro día. Empieza a anochecer cuando volvemos a la nube.
En algunos casos
el cansancio del día, recoger cerezas es cansado, en otros la alergia, en otros
la nefasta selección musical, el hecho es que gran parte del grupo se ha acostado
ya. Son las tres de la madrugada, y solo
un puñado de resistentes permanece despierto.
Algunas toman baños de luna, asegurando que su moreno aunque mas difícil
de conseguir es mas duradero. M. se ha
travestido de zingara y lleva un abanico en la cadera mientras toca su pequeño
instrumento musical acompañado por P.,
que toca el cajón. El vaso con el gin tonic circula de mano en mano.
Un vaso es un
vaso es un vaso. Si pero no siempre. Cuando tienes que hacer un gin tonic común
para 7 personas, lo mejor es utilizar un vaso grande y nada más grande que un
florero. EL vaso-florero circula en círculos, nadie salta vez. Surgen chistes,
historias, charlas y sobre todo risas. De repente el vaso-florero desaparece,
entra en la casa, para misteriosamente
no volver a aparecer. Por más que se le busca, el vaso ha desaparecido. Todo lo
contrario que M. que hace su tercera aparición de la noche asegurando que es la
última vez que sale de la casa. El vaso-florero es sustituido por un frasco
grande. Una casi luna llena se asoma tímida entre las nubes, decidimos
acostarnos.
Extiendo mi saco,
y me acuesto. Percibo como M. pasa por encima de mí un par de veces. De la cama
donde duermen V., E. y M. surgen ronquidos. No consigo identificar de quien
son. Aún no distingo si el acento de los ronquidos es español, italiano o
francés. Tampoco tiene mayor importancia, al poco el que ronca soy yo.
Me despierto al
oír la voz de M. Me doy media vuelta en el saco e intento dormir un rato más.
La casa poco a poco se llena de actividad. Alguien pone una cafetera, otro
alguien parte pan y lo pone a tostar al horno, un tercer alguien, saca el
pastel de cerezas que E preparo en la noche. El desayuno esta preparado fuera, debajo de
los cerezos. Hay pastel, hay tostadas, embutidos, café y te, también hay frutas
y cerezas. Nos vamos preparando para un nuevo día de trabajo. Vamos a coger
unos cuantos kilos de cerezas más.
“Arbeit macht frei” mientras recogemos las cerezas de los árboles, M., P, O
amenizan el trabajo tocando sus instrumentos. Son cerca de las 2 de la tarde y el
calor es insoportable y decidimos de nuevo ir a las pozas. Nada más llegar, no
tardamos ni un minuto en meternos al agua. Sigue igual de fría que ayer, pero
nos da igual. Nos refrescamos y bañamos. Aunque fría, el agua esta estupenda.
Nos tendemos al sol. Charlamos, nos reímos, tomamos las últimas cervezas que
nos quedan. El tiempo pasa lánguido, y aunque no lo pregunto, esta claro que
nadie quiere regresar, ni salir de ese pequeño paraíso.
Hemos vuelto a la
Nube, algunos preparamos la mesa para comer, mientras otros le dan los últimos
toques a las cerezas que nos vamos a traer de vuelta. La comida es un autentico banquete M. y L. se
han lucido. Aunque contentos, la idea del regreso flota entre nosotros y un cierto
aroma de despedida, se ha instalado en la mesa.
Las primeras en
despedirse son el “clan de las pequeñas”. M., V., E., N., M. se van, cargan sus
cerezas, nos despedimos, quedamos en vernos el lunes en el reparto. C. y yo
hacemos malabares para meter todo el equipaje y las cajas de cerezas en el
coche. Esta claro el tetris es un gran entrenamiento Un par de horas después partimos nosotros
también.
El viaje se hace
ameno, charlamos del fin de semana. Paramos en una gasolinera a comprar agua y
estirar las piernas, en el coche viajamos el club de los grandes. La gasolinera
tiene un local que se llama la armería española. De un autobús surge un grupo
de culturistas, anabolizádos y esteroidizádos –ellos-
y siliconádas y tatuadas –ellas- es un contraste curioso el que los dos grupos
formamos. Volvemos a montar en el coche. Son las 10 de la noche cuando llegamos
a Madrid
Y todo con 15 €
que gastamos en la comida y en las cerezas. Para que luego digan que la buena vida
es cara
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