RIO BABEL
Son algo menos de las siete de la
tarde cuando llegamos. El sol aún no tiene pinta de declinar y hace calor, realmente hace mucho calor. Nos
juntamos A. y yo con J.- el africano-y buscamos el final de la cola.
Afortunadamente el final justo esta a la sombra de un árbol y eso hace que la
espera sea un poco menos terrible. Observo la gente que nos precede y a la
gente que se está situando detrás de nosotros. Las podemos dividir en dos
grupos. Por un lado aquellos que tienen menos de 25 años y que son la inmensa mayoría
y por otro lado aquellos pocos que son unos carcas, locos inconscientes y un
poco tarados. Indudablemente nosotros no pertenecemos al primer grupo.
Tal como estaba anunciado a las siete
en punto se abren las puertas del recinto ferial del Ifema, nada más traspasar la puerta pasamos un primer
control, donde nos hacen quitar los tapones a las botellas de plástico que
llevamos. Diez metros más allá llegamos al control propiamente dicho, cacheo
por parte de los guardias, mujeres para ellas, y tener que pasar las bolsas por unas maquinas
de rayos X, tal que si estuviéramos en el aeropuerto, solo les falta pedirnos
que nos descalzásemos. Una vez pasado
este control solo nos quedaba validar nuestras entradas, que se hacía en la
entrada propiamente dicha, donde te colocaban una pulserita verde multicolor
que te identificaba como parte del público y que no te daba derecho más que a permanecer en el recinto, ya que todo lo demás
y con esto me refiero a la bebida y a la comida, tenías que pagarlo y a muy
buen precio. Más tarde descubrimos que la pulsera buena, la que daba acceso a
los privilegios, de barra gratis y zonas a la sombra con aire acondicionado era
la amarilla, pero esa estaba reservado solo a las artistas.
Caso aparte es el tema de la
bebida y comida. En los estivales ya no se lleva el dinero en efectivo sino que
compras unos vales, ahora se llaman tokens, y esos vales los canjeas por lo que
quieras, cinco vales costaban 15 €. Por un mini de cerveza te cobraban 3
Tokens, con lo que haciendo un rápido calculo el mini te salía a NUEVE €. Un
robo efectivamente lo mires por donde lo mires. La zona de comida consistía en
una serie, quizás diez, food trucks,
donde podías elegir desde comida mexicana a thai. Nosotros muchos más sibaritas
compramos unas salchipapas, 1 token el cucurucho, y más adelante en la noche unos
perritos calientes a 2 tokens cada uno.
Los conciertos increíblemente comenzaron
a la hora prevista, esto es a las siete y cuarto de la tarde bajo un sol que no
cejaba en su empeño de derretirnos empezaron a sonar en el escenario de la
derecha un grupo peruano que se llama “kanaku y el tigre” En ese instante deberíamos
ser unas treinta personas en el público y de ellas las tres cuartas partes la componían la colonia peruana en Madrid
menor de veintitrés años y que conocía todas
las canciones del grupo. Lo mejor que podemos decir del grupo es que su
concierto duro exactamente 45 minutos antes de que en el escenario vecino de la izquierda comenzase la actuación de “Cumbia
Queers” con su -oh sorpresa- cumbia combativa. Para ese instante el público debía
ascender a un centenar de personas, casi todas ellas vecinas de Lavapiés por lo
que pude observar. Delante de nosotros estaba todas las chicas que componen el núcleo
duro de CSRA la Quimera de la plaza Nelson Mandela, bien queer todas ellas y el,
bailando y haciéndose notar.
Fue tras la actuación de cumbia,
cuando decidimos retirarnos y hacer uso de nuestros primeros tokens para
compraros un mini de cerveza y reponer algo del líquido que estábamos sudando.
De las dos actuaciones siguientes poco que decir por un lado un grupo llamado “Novedades
carminha” que sonaban bastante bien y que incluso se atrevieron con un par de
temas de los saucos, que como todo el mundo sabe o debería saber son los
verdaderos inventores del punk. Después y antes de los verdaderos platos
fuertes de la jornada un grupo venezolano “los amigos imposibles” que se
hicieron de notar mas por su activismo antichavista y su machismo que por su música.
Para esas horas, las diez y media
de la noche, el sol se había ocultado ya pero el calor seguía siendo insoportable y según se
había ido llenando el recinto había ido subiendo también la edad media del
mismo. Eso si lo que no había cambiado era la orientación política de los
asistentes, ahí lo mas a la derecha que había era podemos
Y así sin más, comenzaron a aparecer en el
escenario de la derecha los músicos que componen el grupo de Goran Bregovich, y
no habían terminado de afinar sus instrumentos cuando comenzó el pogo
serbocroata más salvaje que he visto en mucho tiempo. Ni el sacar los codos te salvaba
de acabar chocando contra los vecinos. Mientras
el pogo seguía creciendo, vasos de plástico con cerveza volaban por encima de
nuestras cabezas. En el escenario Goran,
no hacía más que solicitar que el público hiciese los coros o acompañase con
palmas, y el público obediente no hacíamos más que entre pogo y pogo hacer los
coros y acompañar con las palmas. Una hora después con el cuerpo exhausto y
sudando a mares, comenzó en el escenario de la izquierda a sonar los acordes
del nuevo disco del Residente. La gente para entonces unos cuantos miles de
personas empezó a corear el nombre de Rene, y este hizo su aparición en el
escenario. Durante hora y media dio un concierto pleno de ritmo, alternando
algunas de sus canciones de siempre de cuando aún era calle trece, con canciones de su disco en solitario. Fue
hora y media de baile, de brincos, de meterse al público en el bolsillo. De
gente emocionada cantando a pleno pulmón todas y cada una de las canciones con
lagrimas en los ojos.
Fue tras el concierto de René y
cuando empezaba el turno de Los Fabulosos Cadillacs cuando decidimos gastar
otra parte de nuestros tockens en un par de minis, cerveza y tinto de verano
que no se diga, y en los perritos
calientes. Para ese instante puedo decir que no sentía los pies, que había hecho
más ejercicio que bajando al gimnasio durante cinco días y que había sudado.
Para entonces el público era más cuarentón que veinteañero. Sentados en el
suelo oímos como Los fabulosos desgranaban sus éxitos de toda la vida, aunque
no sé si debido a que el sonido no fue especialmente bueno durante toda la noche
o que la edad hace mella, la verdad es
que no sonaron nada bien, con poca energía.
Eran las dos y media de la mañana
cuando LFC terminaron y con ellos la parte de rock del festival y dio comienzo
la parte de música electrónica. Los que comenzaron fue ZUCO103. Reconozco que
para esas horas estábamos más de charla que escuchando la música, aunque lo
poco que oí no sonaba mal. Pero seamos sinceros ya no somos unos niños y el
esfuerzo de estar allí desde las siete de la tarde se hacía notar así que a las
tres y media de la madrugada y sin esperar a ver los dos grupos que aún faltaban
por actuar decidimos plegar velas e irnos a casa.
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