Me acuerdo



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Es solo un ejercicio de estilo literario si más.


  • ·         Me acuerdo de la primera vez que vi el océano pacífico, enfurecido.
  • ·         Me acuerdo de aquella primera visita a la Cripta Real del  Escorial y el miedo que sentí  esa noche.
  • ·         Me acuerdo del olor a sangre de un cordero recién degollado en un bazar de un pueblo turco del que no recuerdo el nombre.
  • ·         Me acuerdo de las fachadas tiroteadas de las casas que habían pertenecido a los  portugueses y las risas de los obreros vietnamitas que las reparaban.
  • ·         Me acuerdo del joven soldado que subió a nuestro vehículo para protegernos y la lástima que me dio.
  • ·         Me acuerdo del nombre del pequeño bar gay del barrio rojo de la ciudad de Utrech. Chueca se llamaba 
  • ·         Me acuerdo de estar sentando en unos tablones de madera colocados de tal manera en la ladera de la colina  que servían de mirador
  • ·         Me acuerdo de los policías de fronteras rusos pidiéndonos dólares y la bolsa con las naranjas.
  • ·         Me acuerdo del sabor de los huevos fritos que hacia mi abuela en su cocina de carbón.
  • ·         Me acuerdo de la noche en que conocí a mi mujer.
  • ·         Me acuerdo de una resaca espantosa camino del cañón del colca
  • ·         Me acuerdo de las risas de los niños con los que jugué en N’dalatando
  • ·         Me acuerdo de las Gabrielas que nos tomamos en un pequeño bar de Paraty
  • ·         Me acuerdo de mi madre corriendo por el pasillo de casa con la zapatilla en la mano.
  • ·         Me acuerdo de la única vez que me pego mi padre.
  • ·         Me acuerdo de la angustia por suspender en el colegio.
  • ·         Me acuerdo del viaje a pamplona en tren, fumando aceite de maría.
  • ·         Me acuerdo de pasar la noche recorriendo tabernas secretas junto con unos cantantes de fado en Oporto
  • ·         Me acuerdo de los barbudos y las mujeres con burka cerca de la frontera de irán, Irak y Turquía. Todo era en blanco y negro
  • ·         Me acuerdo de los chicos argelinos que llegaron esa noche a España en patera, parecían gatitos asustados.
  • ·         Me acuerdo que de pequeño era mucho más madridista que ahora.
  • ·         Me acuerdo de ver a niños jugando en un charco que compartían con un gran  cerdo gris y blanco en un pueblo de los Andes en Perú.
  • ·         Me acuerdo de ver nacer unas tortugas bajo mis pies en playa banana Sao Tome.
  • ·         Me acuerdo de los nervios de antes de los exámenes.
  • ·          Me acuerdo de mi abuelo susurrándome unas palabras inteligibles al oído, pocas horas antes de morir.
  • ·         Me acuerdo de estar perdido de noche en unos barrios del extrarradio de San Petersburgo.
  • ·         Me acuerdo del asado que nos hizo en Lima  J., el padre de nuestra amiga  C., para dar la bienvenida a mis padres.
  • ·         Me acuerdo del licor de café que preparaba mi abuela.
  • ·         Me acuerdo de cuando la nieve me llegaba hasta las rodillas en los montes  de la Adrada.
  • ·          Me acuerdo de pasar la noche metido en un saco de dormir en un garaje para autobuses en Cudillero
  • ·         Me acuerdo cuando había teléfonos públicos por todos lados.
  • ·         Me acuerdo de la fea impresión que me lleve de la ciudad cuando llegue por primera vez a Lima.
  • ·          Me acuerdo de haber visto a una mujer muy bien vestida, borracha tirada en el suelo en una calle de Helsinki.
  • ·         Me acuerdo de la calle Milk en Boston.
  • ·         Me acuerdo del calor húmedo, tropical, malsano  que sentí al salir en el aeropuerto de Caracas.
  • ·         Me acuerdo de los viejos autobuses con el volante a la derecha que unían mi barrio con Ventas.
  • ·         Me acuerdo cuando no existían los móviles.
  • ·         Me acuerdo del policía colombiano, enorme, negro, guapo, macizo  que me cacheo en el aeropuerto de Bogotá.
  • ·         Me acuerdo de la agonía de mi tío Pepe. Desde entonces meterse con el barsa tiene menos gracia.
  • ·         Me acuerdo de cómo llovía en NY, y que en el MOMA nos dieron plásticos para el paraguas goteante.
  • ·         Me acuerdo de un picnic en Pedras Negras, Angola, con la gente de la oficina de A. y como contaban sus historias sobre  la guerra civil Angolana.
  • ·         Me acuerdo de los pequeños críos de N’dalatando con sus estómagos inflamados por el hambre.
  • ·         Me acuerdo de mi suegro, diciéndome que cuidase bien a su hija o vendría a por mí.
  • ·         Me acuerdo de las millones de estrellas que se podían disfrutar en la  noche en el Parque Nacional  de Ethosa.
  • ·         Me acuerdo de la visita al recinto de la policía ecología del Perú en la amazonia y ver los animales rescatados de las manos de gente sin escrúpulos.
  • ·         Me acuerdo de la casa, tan típicamente americana que tenía hasta una Bandera de la unión colgada en su puerta, de los tíos de A. en Arlington, Virginia.
  • ·         Me acuerdo de la primera vez que vi un campo de pozos petrolíferos. Fue en Piura Perú
  • ·         Me acuerdo de los paisajes y pueblos que se veían por la ventanilla del tren que une Boston y NY.
  • ·         Me acuerdo del pequeño poblado Asanikha en plena selva central
  • ·         Me acuerdo del brillo de sus ojos
  • ·         Me acuerdo de la impresión que me produjo despertarme de la siesta en el recinto del Machu Pichu.
  • ·         Me acuerdo de estar nadando entre lobos marinos y el roce  de sus cuerpos contra mi piel
  • ·         Me acuerdo del calor húmedo del verano de Estambul.
  • ·         Me acuerdo de sudar incluso bajo la ducha en Tarapoto.
  • ·         Me acuerdo de un grupo de  mujeres angolanas todas ellas vestidas de blanco a la puerta de una casa. Eran las plañideras.
  • ·         Me acuerdo de los trenes holandeses que se me parecen a los plátanos.
  • ·         Me acuerdo de los coloridos trajes de las mujeres Herero en Namibia
  • ·         Me acuerdo del cerrado acento imposible de entender de un camarero en Setenil de las Bodegas provincia de Cádiz.
  • ·         Me acuerdo de mi abuela ya viuda haciendo punto sentada en el sofá de la casa de mis padres
  • ·         Me acuerdo de ti.
  • ·         Me acuerdo de Encarnita, la primera chica que me gusto y que murió hace muchísimos años por causa de las drogas.
  • ·         Me acuerdo de la fascinación que me produjo ver un incendio forestal por la noche desde la ventana de mi cuarto en La Adrada.
  • ·         Me acuerdo de cuando los niños jugábamos a las chapas en sus dos posibilidades.   
  • ·         Me acuerdo de los partidos de baloncesto los sábados por la mañana que iban seguidos de cañas y partidas interminables de mus.
  • ·         Me acuerdo de la primera vez que fui a un restaurante chino y la mezcla de ilusión miedo asco que tenia porque me diesen a beber licor de lagarto.
  • ·         Me acuerdo de la pantalla de fosforo verde de los primeros ordenadores.
  • ·         Me acuerdo y mucho de mis amigos de la infancia.
  • ·         Me acuerdo de un pequeño burrito gris  atado a una noria en la Anatolia  profunda.
  • ·         Me acuerdo de los distintos coches que ha tenido mi padre. El R-4, el R-6, el R-18, el Clio actual. Eso es fidelidad
  • ·         Me acuerdo de la tormenta que nos pillo en Washington.
  • ·         Me acuerdo de lo caras que eran las cervezas en Oslo.
  • ·         Me acuerdo de la placidez de las largas tardes de invierno en casa de mis padres
  • ·         Me acuerdo del olor a putrefacción de la selva. De cualquier selva
  • ·         Me acuerdo de la sensación de pequeñez que sentí  dentro de Santa Sofía cuando mire hacia arriba.
  • ·         Me acuerdo del sonido que producción millones de insectos en la noche que se posaban contra nuestra mosquitera en Villarrica.
  • ·         Me acuerdo del verde intenso de los prados Suecos. Daban ganas de ser vaca para saborearlos.
  • ·         Me acuerdo de oír por la noche los tiroteos que se producían en las favelas en Rio de Janeiro
  • ·         Me acuerdo de lo inhóspito que parecían los bosques que rodeaban San Petersburgo.
  • ·         Me acuerdo de los viejos vagones rojos y llenos de remaches del metro de Madrid
  • ·         Me acuerdo de una camiseta negra sin mangas que tenía de joven.
  • ·         Me acuerdo del restaurante Hindú donde comimos en Londres. Justo enfrente de la embajada de la India.
  • ·         Me acuerdo de unos niños rebuscando en la basura en Ashila.
  • ·         Me acuerdo de lo horrible que me pareció Cullera la primera vez que fui. No he vuelto.
  • ·         Me acuerdo de la luna, blanca, inmensa, gigante que vi al atardecer en un lago finlandés.
  • ·         Me acuerdo del castillo de Chancay  en el Perú.
  • ·         Me acuerdo de las espectaculares pinturas rupestres en rojo y negro de la cueva de Tito Bustillo.
  • ·         Me acuerdo de la belleza veraniega de la sierra de la cebollera.
  • ·         Me acuerdo de la luz, intensa, cálida que todo lo inundaba de nuestra primera visita a Cádiz.
  • ·         Me acuerdo de cómo un niño daba patadas a un perro tan habituado que ni siquiera hacia ademan de defenderse.
  • ·       Me acuerdo el creerme estar dentro de una telenovela brasileña al entrar en el encantador pueblo de Pompeu.
  • ·         Me acuerdo de mi inseguridad al caminar por una isla artificial hecha de Totora
  • ·         Me acuerdo de cuando deje de ir a Judo.
  • ·         Me acuerdo de mi hermana proclamándose Doña Pelaya en Covadonga.
  • ·         Me acuerdo de la vergüenza que me produjo estar en el museo de la esclavitud de Luanda.
  • ·         Me acuerdo de cómo se le iluminan los ojos cuando sonríe.
  • ·         Me acuerdo del timo que sufrimos en Boston para  ver la casa de Paul Revere.
  • ·         Me acuerdo de la última vez que viaje en Ryaniar.  Por eso mismo sigo evitando viajar con ellos.
  • ·         Me acuerdo de cuando Malasaña no era la colección de tontería que es ahora.
  • ·         Me acuerdo de la única vez que me he emborrachado con sangría.
  • ·         Me acuerdo de muchísimas cosas más.
 

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