Fue curioso lo que me paso ayer por la noche o por lo menos a mi me lo pareció, estaba viendo la tele, cuando empezó el inevitable bloque de anuncios. Entre coches de alta gama, cruceros, destinos exóticos para estas vacaciones, productos de belleza y demás, aparecieron dos anuncios consecutivos que me llamaron la atención. Miento, no es que los dos anuncios me llamasen la atención individualmente, sino que fue cuando emitieron el segundo de ellos que el primero tomo toda la relevancia e hizo que una vez más cayese en la cuenta de la extraña, por decirlo suavemente, sociedad en la que vivimos. En el primer anuncio, se ve un niño de unos 12 o 13 años que con gesto entre preocupado y angustiado, echa un poco de leche en un vaso y luego lo llena hasta el borde con agua, y a continuación se lo sirve a su hermana pequeña que le mira con devoción, mientras una voz en off, en tono grave, nos anuncia que debido al cierre de los comedores escolares en verano, miles e n...