VIERNES

Aprovechando que A. no estaba tome la decisión de irme al cine. Busque en que cines proyectaban la película que quería ver y me decidí Al principio pensé irme al centro, y luego dar una vuelta por allí, pero me dio pereza. Así que preferí mirar por los cines de mi bario y alrededores. Me decante por un centro comercial que no esta excesivamente lejos de mi barrio. Así que salí del trabajo, y me dirigí al cine, a las 3:15 de la tarde entraba por la puerta del centro. Busque los cines compre la entrada y busque un lugar onde comer algo. Me dirigí a un kebab, pedí un mixto de pollo y cordero, algo de arroz y una cerveza. Me senté en una mesa, y mientras comía tranquilamente, vi como grupos de de adolescentes y preadolescente, jugaban, gritaban, y reían, como decidían que película querían ver o a que restaurante de comida rápida querían entrar. Al acabar, deposite mi bandeja en su lugar y me dirigí al cine. Busque mi asiento, apague mi móvil y me dispuse a disfrutar de la peli. Debíamos ser unas 20 personas en la sala, había comprado entradas para una pelis de ciencia – ficción, que ya sabéis que es una de mis aficiones ocultas, La película, pues nada del otro mundo, marcianos, y soldados usa que salvan al mundo, Obviamente no ganará un oscar pero tampoco es tan risible como por ejemplo Independence Day. Cumple de sobra con su cometido hacer pasar un buen rato a los aficionados.
Tras salir del cine, creo que tome la mejor decisión de toda la tarde, en lugar de coger el autobús que me llevaría a mi barrio, me decidí a ir andando, la distancia no debe ser mucha unos 4 Kms. y todo el camino se realiza por parques. Hacia una tarde de película, calida pero sin exageración, el cielo sin una sola nube, una ligera brisa hacia que caminar bajo el sol no fuese un castigo.
Comencé a andar y a poco me introduje por los caminos y senderos, me vi rodeado de gente, gente corriendo, montando en bicicleta, haciendo ejercicios, gente paseando. Niños corriendo, jugando, gritando y riendo, abuelos sentados en los bancos de madera, tomando el sol, parejas paseando cogidas de la mano y allí donde mirases el verde intenso de los primeros días de abril. La hierba a la que aún no le ha dado tiempo de agostarse, los árboles que empiezan a brotar tras dejar atrás el invierno, los almendres y cerezos, que salpican aquí y allá el paisaje con sus flores blancas, con sus flores rosas. El sonido de las fuentes, el gorgoteo del agua al correr por acequias y canales. El aire fresco de abril, llena mis pulmones, mi sentidos se colman con multitud de estímulos, unos pájaros trinan en una rama, la brisa me acerca el aroma de un parterre de flores. Y aquí reconozco que podéis llamarme tonto, pero un sentimiento de paz, de tranquilidad, de plenitud lleno mi ser. Sabía que aquel momento era especial, que los problemas, preocupaciones y desastres que nos rodean habían pasado a segundo plano, que lo mejor era aprovechar el momento y recargar las pilas, disfrutar de lo que se me ofrecía gratis, aprovechar lo que la naturaleza y el ser humano ponían a mi disposición totalmente gratis. Llegue a mi calle aun envuelto en ese estado de felicidad boba y sentí sed, me dirigí a mi bar favorito, pedí una cerveza y poco a poco volví a mi ser, mi alma volvía a mi cuerpo, el yo cerebral volvía a tomar el mando, poco a poco el día a día volvía a apoderarse de mi ser.
Pero el rato pasado, las sensaciones aún duraban dentro de mi. Y ahí han permanecido durante todo el fin de semana y aún hoy me acompañan.
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