Está claro que algo tan frágil, etéreo, fútil, insustancial, escurridiza como una sombra puede ser en un curioso giro de la historia también pesada, asfixiante, material, solida e inabarcable como el más pesado de los materiales creados por el hombre. Y si en lugar de una sombre son tres, está claro que la sombra se impone y es imposible luchar contra ella. No, no estoy hablando en este caso de una persona, sino que lo estoy haciendo de una ciudad, una ciudad maniatada por sus sombras, asfixiada por sus recuerdos. Constreñida de tal forma por ellas que la impide desarrollarse y crecer, Sombras que hacen que siempre este ceñuda y triste que evita que pueda liberarse y reír que, la imponen una imagen sombría y adusta, cuando en el fondo le encantaría ser luminosa y juvenil. Y estas sombras que abrazan y ahogan no responden únicamente a una sola luz, producida por un pequeño candil de luz temblorosa y débil sino que son producidas por tres ...