INQUIETUD
Ayer pase mala tarde, pase gran
parte de la tarde intranquilo, ansioso y no tenía muy claro el motivo, hasta
que a cerca de las 9 de la noche descubrí cual era el motivo de mi inquietud. Pero
antes de seguir creo que os debo contar una historia.
Le conocimos hará cosa de unos
ocho años y como nos ha ocurrido con otra mucha otra
gente fue en un bar del barrio. A. y yo, estábamos apoyados en la barra tomando
una caña cuando se acerco y comenzó a hablar con nosotros. Poco a poco nos
fuimos encontrando más veces y comenzó algo así como un atisbo de amistad. Debo
deciros que su nombre es S., es senegalés y es mantero. Se dedica a vender música,
películas y camisetas por los bares de nuestro barrio. Como digo nos lo encontrábamos,
o para ser exactos el nos encontraba a nosotros, siempre en un bar, y no siempre
en el mismo, se acercaba con su sonrisa e intentaba vendernos los últimos estrenos
cinematográficos o novedades musicales. Alguna veces, las menos, le comprábamos alguna película
que nos apetecía ver pero no lo suficiente como para acercarnos al cine, o salíamos
del bar con unos cuantos cd’s de música, recopilaciones y música latina
mayormente. La mayoria de las veces no le comprabamos nada.
Alguna vez nos aceptaba un
refresco pero no era lo habitual. Así en
nuestras charlas supimos de su forma de vida en España, de sus penurias, de sus
anhelos y sobre todo supimos de su familia. Así nos conto que seguían en un
pequeño pueblo de Senegal, que todos los meses les envía parte del dinero que
gana con su trabajo, que tiene dos hijos que van al colegio , nos enseño sus
fotos y que está casado con dos mujeres, esto último nos lo dijo con una sonrisa
picara en sus ojos. Aquí creo de justicia decir que S. es un hombre guapo, algo
más bajo que yo, así que supera el 1,80 de altura, delgado pero fuerte, que siempre esta sonriendo y que físicamente es
clavado al actor Eddie Murphy. También descubrimos que el español es uno de los
cinco idiomas que habla.
A veces S. y generalmente
coincidiendo con el verano desaparecía por largo tiempo, luego cuando nos volvíamos
a cruzar con el, nos contaba que se había ido a la costa a vender sus mercaderías.
Otras veces era en navidades cuando dejábamos
de verle y luego sabíamos que había ido a Senegal para estar con sus hijos.
Últimamente no le habíamos visto
mucho hasta que hace mas o menos un mes le encontramos, esta vez sí le
encontramos nosotros, al entrar en un bar una tarde calurosa para tomar una
cerveza. El estaba en la barra tomando un café, decir que S. es musulmán y
nunca toma alcohol, ni come cerdo. Nos saludamos y nos comenzó a contar,
mientras el apuraba su café y nosotros tomábamos un trago de nuestra cerveza, que
andaba buscando una casa algo más barata que donde estaba viviendo,, ya que no
la podía pagar y que la cosa estaba muy floja y que las ventas no estaban yendo
nada bien, y que pese al mundial y andar con una bolsa llena de camisetas de
los equipos participantes, no había vendido nada en dos días. Luego de charlar
un rato, nos despedimos deseándole suerte.
Ayer, y dado que no tenia comida
en casa, fui a comer a un bares del barrio, siendo jueves en Madrid estaba claro
que el primer plato tenía que ser paella y de segundo me incline por unos
boquerones fritos. Pague el menú y salí del bar sin prestar atención a los
parroquianos que había en la barra. Cuando estaba en la calle cerrando la
puerta del establecimiento creí oír un grito pero no le preste atención y seguí mi camino de vuelta
a casa. No había llegado a la esquina de la calle cuando oí que gritaban mi
nombre, me volví y vi a S. que se dirigía hacia mí.
Como siempre nos saludamos calurosamente aunque él estaba más serio que de costumbre.
Como siempre nos saludamos calurosamente aunque él estaba más serio que de costumbre.
-
- Sabes -me contó- la policía esta mañana me ha quitado el carrito y las bolsas donde llevaba mis mercancías. Fue justo ahí. Me decía mientras señalaba con un dedo la esquina de la calle opuesta a donde nos encontrábamos.
- Sabes -me contó- la policía esta mañana me ha quitado el carrito y las bolsas donde llevaba mis mercancías. Fue justo ahí. Me decía mientras señalaba con un dedo la esquina de la calle opuesta a donde nos encontrábamos.
-
- Vaya lo siento mucho S.
- -
Y lo peor, es que ahora no puedo bajarme a Cádiz
a vender en la playa que aquí no hay nadie- mientras decía esto hacia un gesto
con la mano, mostrando la solitaria calle- No he vendido nada en cuatro días y necesito reunir de nuevo algo de dinero para
comprar mercancía
- -
¿Y cuanto necesitas?
- -
El valor de la mercancía era de 800 € pero para
empezar necesitaría 400 €.
- S. Eso es mucho dineroyo no puedo ayudarte con esa cantidad, ni siquiera la mitad.
- S. Eso es mucho dineroyo no puedo ayudarte con esa cantidad, ni siquiera la mitad.
- -
Lo sé, lo sé -me contesta mientras mueve la
cabeza- Tú me conoces y sabes que nunca he pedido nada, siempre he vivido de mi
trabajo y me da muchísima vergüenza pero necesito ayuda.
-
- Mira -le
digo- nos encontramos aquí en dos horas y vemos que podemos hacer.
Tras decir esto, nos despedimos con
un apretón de manos. Yo me dirigí a mi casa y el volvió al bar de donde había salido
y aquí, empezó esa desazón que me corroyó por dentro toda la tarde. Porque había
decidió ayudarle, yla cantidad que le iba a dar eran 100 € y aquí empezó mi angustia, ya que realmente no
me preocupaba que me engañase, ya que confío plenamente en él, sino qué la cantidad
de dinero fuese la adecuada. Por un lado pensaba que si un amigo estuviese en
un apuro, y he tenido amigos que con la crisis lo han pasado muy mal, nunca les
daría esa cantidad de dinero que me parece insultantemente escasa. que
les ofrecería una habitación donde alojarse o compartir la comida lo que fuese
antes de ofender con ese dinero. Pero por otro lado también creo que ese dinero
era más que suficiente para ayudar a S para comprar mercadería. Así que con
esos pensamientos y otros parecidos un poco antes del encuentro me fui al banco
y saque el dinero del cajero..
Cuando llegue a donde habíamos quedado,
vi que S. ya estaba allí, me vio y se acerco a mí. Su rostro normalmente
sonriente seguia serio.
- - Hola-dijo- de verdad que me da mucha vergüenza.
- -
No te preocupes - le conteste - para que estamos
si no es para ayudarnos.
- -
Sí, pero no toda la gente en así. De verdad que muchas gracias
- -
En serio S, no es nada - y mientras decía
esto le estrechaba la mano y le deslizaba los dos billetes- espero que te sirva
de algo. No es mucho pero…
- -
Por favor dijo él, y sin mirar la cantidad que
le había dado, se llevo la mano al bolsillo y lo guardo allí mientras subía la otra
a la altura del corazón, daño las gracias a la manera musulmana.
-
- En fin – le dije- de verdad espero que te sirva
- -
Gracias de nuevo.
Tras esto, nos despedimos. Yo
seguí mi camino, y ya en casa pase gran parte de la tarde preguntándome si
quizás no hubiesen sido mejor 150 € y por otro lado convenciéndome de que la cantidad que le había sido la correcta.
Ya por la noche con la mente y el
ánimo tranquilo, cuando había decidió que había obrado correctamente con la
cantidad lo hable con A, que me reafirmo en lo idóneo del importe entregado y
que no me comiese más la cabeza ni me crease culpa de ningún tipo. Pero aún
así, no se, pienso que debería haber sido un poco menos roñoso.
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