África, una vez más se vuelve a imponer. Estamos parados ante la única de las de las cinco cabinas que está habilitada para pagar el peaje de la autopista, cuando una cabra que no se sabe muy bien de donde ha salido se pone a deambular por entre los carriles vacios. El animal cruza por delante de nuestro coche y se para en la isleta de cemento que separa nuestra cabina de la siguiente, después como si tuviera miedo y muy despacio baja, olisquea y se pone a mordisquear las hierbas que crecen entre las grietas del asfalto. Pagamos y seguimos nuestro camino. Cruzamos el gran puente ahora por su parte superior y contemplamos desde arriba las aguas que hemos navegado no hace mucho, pasamos por delante de donde está colgada la barcaza donde están los obreros que siguen pintando el puente. Casi me dan ganas de pedir que paremos y saludarlos. Al poco llegamos a la entrada al parque nacional de Quissama , estacionamos mientras el guía saca la...