Alana Sinkëy

 

Este viernes pasado ha sido un tiempo de recuentros y de pérdidas.

 

Rencuentros porqué por motivos diversos, cambio de dueño, cierre, el confinamiento, puede que hiciese 4 años que no iba por allí. Y por llí me refiero al Tempo Club. Pero bueno el viernes fui de nuevo, a ver a Alana Sinkëy.  Es la primera vez que veía a esta mujer nacida en Guinea Bissau y vecina de Madrid, en la que no estaba acompañada de su grupo habitual Cosmosoul.  Fui un concierto corto, una hora justa con un bis de regalo, tranquilo, con un público que escuchaba en silencio. En la sala por motivos de seguridad solo éramos 20 personas, sentadas en las mesas. Nada del barullo de los conciertos de antaño. Me gustó mucho La primera canción que cantó, una que compuso junto a su padre y hablaba sobre los barcos que llegaban a las costas de África y se iban llenos de esclavos mientras tocaba un instrumento musical de su tierra, una gran calabaza cortada por la mitad. En el resto del concierto estuvo acompañada del guitarrista Abel Calzetta, también miembro de Cosmosoul, y trascurrió en un ambiento bastante intimista menos jassistico que con su grupo.

Y luego la perdida. Fuimos un poco antes de la hora del concierto para ver si no era cierto, pero sí, el cierre metálico estaba cerrado y con pintas de no haberse levantado en varios meses de lo que confirmaba el cierre del que quizás era uno de mis bares secretos preferidos de Madrid. La taberna de abajo en la calle limón, un bar minúsculo, con únicamente tres mesas, una barra que solo permitía estar cómodamente a dos personas y sin embargo con alguno de los mejores mariscos que este cuerpo ha tenido la oportunidad de disfrutar. Espero y deseo que cuando todo esto termine vuelva a abrir.





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