Take the A TRain
Son las cinco y cuarto de la mañana y es noche cerrada cuando salimos por la puerta del hotel camino de la estación de tren. Pese a lo temprano de la hora, al pasar por delante del gimnasio que está casi pegado al hotel vemos a través de los cristales a un hombre corriendo en la cinta sin fin. Lo reconozco nunca comprenderé como a esas horas no se está en la cama durmiendo, aunque claro seguramente se deba a que soy un poco vago. Algo más adelante, pasamos por delante de la puerta del edificio ampliamente iluminado que ocupa el ejército de salvación y observamos que se está formando una cola de gente, en contraste un edificio que ocupa casi toda la manzana y que simula ser un castillo, el rey de las hamburguesas, se alza como una mole oscura y solitaria. La estación esta realmente cerca y no tardamos en llegar. Comprobamos cuál es el andén y sentándonos en unos bancos esperamos la llegada de nuestro tren. Desde el momento en que empezamos a planear este viaje una de las pocas cos