Domingo, Divertimento III
Calles tranquilas, casi extrañas sin turistas. Pese a que no son las doce de la mañana el calor aprieta y avanzo por el lado de sombra. Me cruzo con gente, poca, alguna lleva el periódico bajo. Me siento en una mesita bajo la sombra de un árbol y pido un café con leche. Una chica que lleva una mascarilla con los colores del orgullo, pasea su perrito. Una pareja pasea con las manos entrelazadas. Veo como unos niños juegan y ríen en la zona infantil. La pareja de antes, se sienta en un banco. Los dos tiene barbita y van en pantalón corto y chancletas, uno de ellos lleva una camiseta que muestra su cuerpo trabajado en el gimnasio. Una abuela de pie junto al monumento echa pan a las palomas. Por un instante los machos dejan de cortejar a las hembras y también pican las migas del suelo. Una vez saciados, inflan el buche y se ponen a bailar y arrullar de nuevo frente a las en principio indiferentes hembras. Un perro corre incansable tras la pequeña pelota que le tira su dueño. Al cabo de unas cuantas carreras, se detiene al lado de la fuente y no su mueve hasta que su dueño pulsa el pedal que abre el grifo inferior del agua. En las escaleras que van a la plaza, un grupo que evidentemente aún no se ha acostado, hace botellón. De vez en cuando alguno rapea. Su perro, sí aquí todo el mundo tiene perro, se dedica a perseguir al as palomas. Al fondo aparece mi amiga, con su perro. Me hace un gesto con la mano.
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